Él se quedó viudo hacía 5 años, desde
entonces ella cruzaba la calle cada día, cogía el ascensor subía hasta el piso
11 y le dejaba en la puerta de forma anónima cacharros con comida. De repente
le llegó el turno, hace seis meses que su marido la dejó tras una neumonía. Él
sabía que ella le llevaba comida al vecino del edificio de enfrente, el que
vivía dos pisos más arriba de ellos y que siempre les daba los buenos días, o
las buenas noches desde su terraza. Su marido le vio espiando muchas veces,
sabía que el vecino tenía una vista casi completa de su casa desde esos dos
pisos de ventaja. Sabía por qué lo hacía, sabía quién era y sabía que ella le
llevaba comida desde que enviudó. Pero ella siempre fue una buena esposa, la madre
perfecta, y le quiso y atendió como una mujer educada en su época para atender
a su familia. Se veían casi a diario desde hacía más de 40 años y jamás
cruzaron más que saludos, algún pésame o deseos de felices fiestas en Navidad.
Sus hijos eran amigos, incluso alguna vez se quedaron a comer o dormir los unos
en casa de los otros, pero jamás hubo mayor complicidad entre ellos. Todos
sabían por qué: fueron novios de jovencitos, se enfadaron, y el orgullo hizo
que por despecho cada uno siguiera su vida.
Amelia hoy abrió la puerta de su casa, de
riguroso luto para ir al notario con su hija para arreglar papeles y encontró
cacharros limpios, utensilios de cocina que había ido dejando en la puerta del
vecino del edificio de enfrente… ver todo aquello le hizo sonreír por primera
vez desde que murió su marido.
Intentó guardarlo todo y entonces él apareció
a ayudarla, sin decirle nada, recogieron los cacharros, los llevaron a la
cocina, él le sonrió y entonces por primera vez en tantos y tantos años le
cogió la mano y le dijo: “tengo un vecino interesado en comprarme el piso para
uno de sus nietos, he pensado que mejor me vengo a vivir contigo”. A ella le
dio un vuelco el corazón y sin darse cuenta estaban hablando con el párroco de
la iglesia del barrio y sus nietos e hijos preparando una fiesta sorpresa, la
fiesta que en su época ninguno tuvo cuando se casó por primera vez… eran otros
tiempos.
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