sábado, 17 de junio de 2017

El gato y lo intrusos

Supongo que pudo pasar una noche cualquiera, pero no, fue aquella y ya forma parte de las leyendas urbanas que invaden las ciudades. Dicen que cuando todos en la casa se fueron a dormir, el gato se dispuso a ejecutar su plan. Necesitaba vengarse de aquellos seres extraños que se apostaban en el salón y no lo dejaban dormir. Hacían ruidos, reían a carcajada y parecía que nadie más que él podía verlos. Tras varias noches de vigilia e intensa vigilancia observó que salían de aquellos cuadros tan feos, oscuros y retorcidos que guardaban en el sótano. Solían salir al rededor de la una de la mañana. Tenía todo preparado, fósforos, gasolina...
Prendió fuego como pudo y salió corriendo. Los fantasmas no perecieron en el intento, no, tras incendiarse media calle fueron volando a la iglesia más cercana y se metieron en la sacristía de donde parece ser nunca más salieron. Usaron viejos manteles y la casulla del cura para esconderse. A veces al terminar la misa del gallo se ve como el pobre cura dialoga con su ropa y el jodío gato se ríe y celebra tener otra casa, en otro barrio.©

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