sábado, 17 de junio de 2017

Perinqué

Ella detestaba los tatuajes, juró que jamás se enamoraría de alguien que llevase su piel pintada. Pero estaba allí en la orilla de la playa y mientras las olas batían sobre su muslo observaba como el tatuaje se deslizaba sobre su piel, retorciéndose y cambiando de forma. Aquel perinqué le recordaba su orgullo guanche, le hacía pensar en el hombre que amó. Él también la quiso, pero como lagartija huyó entre las piedras... desapareció sin dejar rastro, sin un adiós. Resbaladizo, silencioso, viscoso, verdoso... sin más desapareció. Ella observaba ese bicho que tanto detestaba y al deformarse bajo el agua, parecía doblarse sobre sí mismo, retorcerse. Así andará por el mundo, viejo, perdido entre recuerdos. Recuerdos, recuerdos, la arena cae entre los dedos, las nubes vuelan sobre ella, las lágrimas se mezclan con el mar y a lo lejos alguien hace un guiño a su maldita soledad. ©

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