lunes, 17 de julio de 2017

Entre Sabina y aquella foto

Estaba inquieto en la cama, era sábado y no debía madrugar tanto, sin embargo se levantó algo nostálgico, sin saber por qué. Decidió poner orden a su casa, había sido una semana de mucho trabajo y se acumularon las tareas domésticas. Se preparó un café mientras abría las ventanas y aireaba las habitaciones. Dejó que el aire entrara en salón e inundara cada rincón de las estanterías atestadas de libros. Los rayos de sol dejaron la estela del polvo suspendido en el aire y parece que también removieron su memoria. Puso un disco de Sabina, se sabía todas sus canciones y le gustaba limpiar cantando. Mientras tomaba el café fue poniendo orden para pasar el trapo del polvo a los muebles. Su voz se acoplaba a la del jienense cuando de repente reparó en aquella foto. La playa de Las canteras en marea baja, paseando con ella por los lisos aquella mañana… su corazón se paró en seco y de repente sintió la necesidad de buscar sus cartas. 


Manuel M. Almeida, derechos reservados.
Las tenía por allí en algún cajón. Sus dedos las recorrían por orden de llegada. Al principio eran más frecuentes, después se fueron distanciando, el matasellos le indicaba las fechas, hacía dos años que no había vuelto a saber de ella. Se cansó de sus silencios, de sus no respuestas. Recordó de golpe la despedida cuando subió a aquel taxi aguantando las lágrimas. Entonces no le importó, entonces no sentía nada, o eso creía… el tiempo le demostró que hubiera querido abrir la puerta del coche, pedirle que no se fuera. Ahora de repente la nostalgia mordía el corazón, se sentó en el suelo a releerlas y Sabina cantaba de fondo: “ya nadie me escribe diciendo no consigo olvidarte”. Las lágrimas anegaron su rostro y ya no podía leer.

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