martes, 8 de agosto de 2017

Nudo gordiano

La lluvia onduló el agua y formó un dibujo sobre su superficie... el charco no era profundo y asemejaba ahora un enorme alicate que la luz del quinqué rompió sin tregua al acercarse. Era tarde, casi las diez y la lluvia no cesaba. Sus lágrimas se fundían en la tierra mojada del porche. El teléfono no paraba de sonar, su lucecita salía desde el bolsillo del pantalón, pero no prestaba atención... lloraba, apretaba los puños y rogaba a la luna llena. Su pelo parecía una madeja de hilo enredada, se le pegaba a la nuca y escurría espaldas abajo. 

Él le había dicho que se fuera, le gritó como poseso echándola de casa sin importarle la tormenta. Lo que enredaba su corazón sí que era un nudo gordiano... le amaba con toda su alma, era el ágape de su vida y él, él ni la reconocía. Cogió el móvil y su hija le decía que volviera a casa, que se había dormido... ella llevaba una hora bajo la lluvia, y al amanecer él no se acordaría de nada. Maldita enfermedad, le había arrebatado la memoria, le había quitado su vida. La lluvia seguiría ondulando el agua y sus lágrimas creando surcos en la cara.©

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