domingo, 11 de febrero de 2018

Aquel fantasma

Calculando la edad de mis hermanos, pienso que yo tendría unos once años cuando mis padres nos inscribieron en el Conservatorio. Para mí eran tardes tediosas que pasaba dando vueltas a mi imaginación. Íbamos los tres juntos, ellos son mayores que yo, se llevaban muy bien y casi siempre me sentía algo desplazada. Aprovechaba para hacer deberes, leer mis cuentos favoritos o paseaba por los jardines del Palacete... el antiguo conservatorio estuvo ubicado allí, en el Rodríguez Quegles. Recuerdo aquella tarde fría... oí un piano, y con lo novelera que soy subí al piso de los mayores a ver si podía ver a quien tocaba... era un joven mayor de pelo largo enmarañado sobre los hombros... tocaba como los dioses o eso me pareció... siempre tuve poca cultura musical... de repente ensimismada como estaba no vi llegar al profe que se acercó y me llamó la atención por estar fuera de mi aula. Le dije que escuchaba a aquel joven y se enfadó aún más: "fuera- gritó-, encima me tomas el pelo". No entendí nada, pero, mientras transcurría la clase no cesaba de oír aquella melodía. Al marcharme miré como siempre a una de las gárgolas que me daban cierto pavor... desde allí el joven me despidió con la mano... jamás nadie me creyó... hoy leo en la prensa local la leyenda del fantasma que habita el Palacete... nunca terminé solfeo, jamás se me dio bien la música, aunque adoro escucharla, y aquella versión de Strauss se quedó clavada en mi mente... nunca me gustaron los hombres con pelo largo...

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